Los inicios del polígrafo
El concepto de detectar mentiras a través de señales fisiológicas no es reciente. A principios del siglo XX, varios científicos comenzaron a explorar la relación entre las emociones y las reacciones fisiológicas, como el ritmo cardíaco y la sudoración. Sin embargo, el primer dispositivo que se considera un precursor del polígrafo moderno fue inventado por el médico italiano Cesare Lombroso en 1895. Lombroso desarrolló una máquina capaz de medir los cambios en la presión arterial como una forma de detectar mentiras, basándose en la idea de que una persona mentirosa experimenta estrés al hacerlo.
John Augustus Larson y el primer detector de mentiras moderno
El siguiente gran avance en la historia del polígrafo llegó en 1921, cuando John Augustus Larson, un médico y policía de Berkeley, California, desarrolló lo que muchos consideran el primer detector de mentiras moderno. Larson combinó la medición de la presión arterial con la monitorización de la respiración para obtener una imagen más completa de la reacción fisiológica de un individuo. Este aparato permitió medir múltiples variables simultáneamente, de ahí el nombre de «polígrafo», que significa «muchas escrituras». Larson lo utilizó en investigaciones policiales, y su creación pronto ganó reconocimiento.
Leonarde Keeler y la evolución del polígrafo
Uno de los colaboradores más cercanos de Larson, Leonarde Keeler, perfeccionó el polígrafo en la década de 1930. Keeler añadió una característica clave: un sensor para medir la conductancia de la piel, que se refiere a los cambios en la sudoración. Esta modificación hizo que las pruebas fueran más precisas al sumar una tercera dimensión a las reacciones fisiológicas que el polígrafo podía registrar. Keeler también patentó su versión mejorada del polígrafo en 1938, lo que le permitió expandir su uso en departamentos de policía de todo el país.
El auge del polígrafo en la era moderna
Durante la década de 1940 y 1950, el uso del polígrafo se extendió rápidamente en los Estados Unidos. Aunque los dispositivos eran mayormente utilizados por la policía y los militares, también empezaron a emplearse en el sector privado, como en procesos de contratación y en la resolución de disputas legales. Sin embargo, no todos confiaban plenamente en la eficacia del detector de mentiras. A lo largo de los años, ha habido un debate continuo sobre la precisión del dispositivo y su uso ético en diferentes situaciones.
Controversias y desafíos
A pesar de su popularidad, el polígrafo no ha estado exento de críticas. Desde su creación, muchos científicos y expertos han cuestionado la validez de los resultados del polígrafo, señalando que las reacciones fisiológicas no siempre están relacionadas con el engaño. Por ejemplo, una persona inocente podría sentirse nerviosa al someterse a una prueba de polígrafo, lo que podría generar resultados erróneos. Por otro lado, hay individuos que pueden ser capaces de engañar al polígrafo manteniendo su calma bajo presión.
En 1988, en Estados Unidos, se aprobó la Ley de Protección del Empleado contra el Polígrafo, que limitó drásticamente el uso de este dispositivo en el ámbito laboral. Esta ley fue una respuesta a las crecientes preocupaciones sobre la invasión a la privacidad y la falta de fiabilidad del polígrafo en ciertos contextos. A pesar de estas restricciones, el detector de mentiras sigue siendo utilizado en casos muy específicos, como en investigaciones criminales y en ciertas evaluaciones de seguridad.
El polígrafo en la actualidad
Hoy en día, el detector de mentiras ha evolucionado considerablemente gracias a los avances en la tecnología. Los dispositivos modernos son mucho más precisos y sofisticados que sus predecesores. Aunque su uso sigue siendo polémico, en algunos países es considerado una herramienta válida en investigaciones legales y de seguridad. También ha surgido una nueva generación de dispositivos de detección de mentiras que utilizan otras técnicas, como el análisis de voz o las imágenes de resonancia magnética funcional (fMRI).
A pesar de las críticas y limitaciones, el detector de mentiras sigue desempeñando un papel importante en la psicofisiología forense. Sus contribuciones a la historia de la criminología y la investigación criminal lo han hecho un elemento clave en la cultura popular, y es probable que siga evolucionando en el futuro.
Conclusión
La historia del polígrafo refleja la constante búsqueda de la humanidad por encontrar formas más precisas de descubrir la verdad. Desde sus inicios como una simple máquina para medir la presión arterial hasta los dispositivos de alta tecnología de hoy, el detector de mentiras ha recorrido un largo camino. Aunque su fiabilidad sigue siendo un tema de debate, no se puede negar el impacto que ha tenido en diversas áreas, desde la justicia penal hasta la cultura popular. ¿Cuál será el próximo paso en la evolución del polígrafo? Solo el tiempo lo dirá.