¿Cómo funciona un detector de mentiras?
Un polígrafo mide las respuestas fisiológicas del cuerpo cuando una persona responde a una serie de preguntas. Entre las variables que registra están:
- Frecuencia cardíaca: ¿El corazón late más rápido o más lento de lo normal?
- Respiración: ¿La persona respira de manera más agitada o calmada?
- Presión arterial: ¿Aumenta la presión durante las respuestas?
- Conductancia de la piel: Este parámetro mide la sudoración, ya que la piel se vuelve más conductiva cuando sudamos.
La teoría detrás del polígrafo es que cuando una persona miente, su cuerpo experimenta una respuesta emocional o estrés, lo que genera cambios fisiológicos detectables. Sin embargo, esta idea presenta varios problemas.
El problema con los cambios fisiológicos
El detector de mentiras no miden directamente si una persona está diciendo la verdad o no; simplemente registran las reacciones físicas. Aquí radica uno de los problemas principales: los cambios fisiológicos no siempre son causados por mentir.
El estrés, el miedo y la ansiedad pueden generar las mismas respuestas físicas que el polígrafo interpreta como una mentira. Es decir, una persona que esté diciendo la verdad podría estar nerviosa por ser examinada, lo que llevaría a un falso positivo. Por otro lado, alguien que miente pero mantiene la calma podría pasar la prueba sin problemas.
¿Se puede engañar a un polígrafo?
- Aunque suene difícil de creer, sí, es posible. Existen técnicas para manipular las respuestas fisiológicas durante la prueba. Algunas personas entrenan para controlar su respiración o su frecuencia cardíaca, mientras que otras emplean tácticas mentales para reducir el estrés. Esto puede llevar a que el polígrafo registre datos que no corresponden con la verdad, lo que plantea serias dudas sobre su precisión.
La controversia sobre su fiabilidad
La comunidad científica ha sido clara sobre la fiabilidad limitada de los detectores de mentiras. Estudios han mostrado que su precisión oscila entre el 60% y el 85%, lo que significa que no son mucho más precisos que el azar. Este margen de error es suficiente para que los tribunales en muchos países no acepten los resultados de un polígrafo como evidencia concluyente.
Por ejemplo, en Estados Unidos, aunque los polígrafos se usan en algunos procesos de contratación y en investigaciones criminales, no son admitidos como prueba en la mayoría de los casos judiciales. Esto se debe a la preocupación de que los falsos positivos (personas que dicen la verdad pero son marcadas como mentirosas) o los falsos negativos (mentirosos que engañan al sistema) puedan influir en decisiones importantes.
¿Por qué siguen siendo utilizados?
A pesar de sus limitaciones, El detector de mentiras siguen siendo usados en ciertas situaciones. En algunos casos, el mero hecho de estar conectado a un polígrafo puede hacer que una persona confiese la verdad por miedo a ser descubierta. Además, los resultados del polígrafo pueden servir como una herramienta complementaria para las investigaciones, aunque no deberían ser la única prueba decisiva.
Conclusión
El detector de mentiras no son la herramienta infalible que muchos creen. Aunque pueden medir las respuestas fisiológicas del cuerpo, estas no son una prueba definitiva de la veracidad. Su fiabilidad es limitada, y tanto el nerviosismo como las técnicas de control pueden sesgar los resultados. En resumen, si bien el polígrafo puede ser útil en algunos contextos, no debe considerarse una prueba definitiva de si alguien está diciendo la verdad o no.